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«Vivir solo, triunfar solo, morir solo». Un controversial video… que sale en defensa de la familia

La ACdP (Asociación Católica de Propagandistas) para conmemorar el 8M nos recuerda como sociedad la tergiversación de los valores, especialmente de la familia; la paternidad, la maternidad.

Nos recuerda que nos quieren solos, aislados, deprimidos y manipulables. Nos recuerda que las malas entendidas libertades, que nos quieren hacer creer que son lo mejor, realmente nos llevan al aislamiento. Pero recuerda: «no es bueno que el hombre esté solo».

Todos somos seres de relación. Nos constituyen las relaciones que conformamos. No somos autorreferenciales, sino que nos conocemos a través de nuestras relaciones. 

Hoy mismo, en oración con mis amigas, nos hicimos la pregunta «¿Quién soy?». Concluimos que siempre respondemos en referencia a alguien más. Cuando digo «soy María Claudia», primero pueden decirme que ese es mi nombre. En segundo lugar, ese nombre, realmente, solo lo sabe Dios. En tercer lugar, tengo un nombre para que otra persona me llame. En resumen: el mismo nombre nos indica la relación que tenemos con los demás.

Del video me quedé con las imágenes, con la forma de decir las cosas, con los rostros llenos de amargura mientras decían lo que el mundo nos quiere hacer pensar que es lo mejor. 

Ni paternidad ni maternidad: «el éxito profesional es lo que te da la felicidad»

Mientras el narrador pronuncia esta afirmación, vemos a un hombre acelerado, presionado, con afán. No se ve a un hombre tranquilo y con paz, no se ve sereno. Se ve enfadado, con prisa.

Todos podemos entender que la imagen es contradictoria con la afirmación. Entonces, ¿por qué algunas personas siguen pensando que es más importante tener éxito laboral y profesional antes que tener una familia? O, si la tienen, ¿por qué dejan la paternidad o la maternidad en un segundo plano?

«No te ates a nada ni a nadie»

Después dice: «porque eres libre». Realmente, ¿libertad es estar solo? Te puedo responder: ¡No! Si decimos que la libertad solo la encontramos haciendo el bien, que solo somos libres cuando amamos, podemos llegar a la conclusión de que encontramos libertad en nuestra relación con otros.

Obviamente, la encontramos con Dios, en la oración, pero también la encontramos en las relaciones de amor que tenemos; en la entrega que hacemos por los demás.

La soledad, cerrada en sí misma, nos encierra en nuestras propias apetencias, en nuestro egoísmo. No nos hace libres, sino esclavos de nuestro «yo», que, a veces, puede ser más tirano y más dictador que cualquier otra persona. 

Muchas personas dicen que las familias, los esposos y los hijos «quitan», «limitan», «encierran». No comprenden que se han quedado en el círculo inagotable e insaciable del «yo», donde solo importa «tu espacio», «tu tiempo», «tus ganas de vivir».

Como lo vemos en el video, cuando por egoísmo escogemos comer solos, beber solos, hacer lo que queramos… no encontramos el bien. ¿Por qué? Pues porque siempre que actuamos en contra de nuestra naturaleza, que es buena – «Dios ha creado todo bueno» – y dejamos que la corrupción del mal controle nuestras acciones, nos hacemos prisioneros y responsables de ese mal.

Es decir, todo mal acarrea consecuencias. Elegir el mal no es libertad, es corromper lo que somos y aquello para lo que hemos sido creados.

¿Morir solo?

Si puedes hacerlo todo solo, ¿cómo vas a querer compartir tu vida, tu espacio, tus triunfos con alguien? Las imágenes que nos muestran en el video nos dejan ver lo contradictorio de las afirmaciones anteriores: la alegría de compartir la vida es maravillosa.

No es perfecta, pero nos lleva a ser mejores personas, a reconocer que no somos perfectos, que nos necesitamos los unos a los otros para hacer el bien, para amar, para ser mejores y servir.

No estamos creados para la soledad egoísta. Estamos creados para la libertad del amor, con Dios y con los demás. 

Tal como se llama el video, «¡que no te la cuelen!». Que no te cuelen la mentira de que solo se está mejor, de que solo serás más feliz, porque es mentira.

Somos felices cuando hacemos felices a los demás. Recuerda siempre hay más alegría en dar que en recibir. 

Fuente
https://catholic-link.com/
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