Opinion

[OPINIÓN] Preguntas sobre la virtualidad

Por Juan Pablo Baez

Corporalidad, mediación y educación profunda 

Nadie puede negar que la situación pandémica ha cambiado y reconfigurado situaciones cotidianas. Ha traído no pocos problemas. El problema, etimológicamente se entiende como algo que es lanzado hacia delante y que funciona en nuestro entorno como un obstáculo, como un escollo que hay que superar o vencer.

Pero lo que pocas veces se tiene en cuenta frente a un problema es que estamos enfrente. Siempre un problema es algo lanzado hacia adelante y por lo tanto es algo que se nos pone delante, que nos aparece en frente, que yace como obstáculo, como objeto. Y en cuanto lanzado delante es un desafío. Uno de los grandes desafíos propuestos por la pandemia se ha dado en el ámbito escolar y se han puesto en frente la presencialidad y la virtualidad. Queremos dejar en estas líneas algunas reflexiones sobre este tema fundamentalmente a modo de preguntas y cuestionamientos. Es importante decir que lo hacemos desde la perspectiva docente porque es la única que poseemos. También podrá parecer que hay demasiadas preguntas en proporción con las respuestas, pero nos parece importante rescatar esa tarea propia de la filosofía, la tarea de hacer preguntas y no solo de hacerlas, sino y sobretodo, de hacer las correctas. Quizás podamos ampliar algunas reflexiones en artículos posteriores.

Para abordar las reflexiones nos centraremos en tres aspectos: el nuevo espacio aúlico, la mediación docente y el impacto familiar.

 

El nuevo espacio aúlico: la corporalidad

Uno de los grandes temas que surgieron como interrogantes, a partir de la nueva situación, tiene que ver con el espacio aúlico. El espacio aúlico está definido tanto por los actores de la educación (alumnos y profesores) como así también por  todo lo que rodea esa experiencia, léase mesas, sillas, ventanas, pizarrón, techo, plantas, etc. También se define por los colores, los sonidos, los aromas, el esquema aúlico, la configuración temporal y lo material que está entre nosotros. Lo corporal, en sentido débil y en sentido fuerte[1], define el espacio que ocupamos y el espacio nos condiciona puesto que somos cuerpo.

Por ejemplo, no es lo mismo tener clases a las ocho de la mañana que a la una de la tarde, no es lo mismo tener clases habiendo desayunado bien que no habiendo desayunado, no es lo mismo tener clases en un curso pintado de azul que uno que no está pintado. Toda esta dimensión, que no es tenida en cuenta muchas veces, pero que a menudo condiciona la práctica pedagógica, desapareció en la virtualidad. Se esfumó. De pronto la práctica se ordenó en un nuevo espacio dominado algorítmicamente por ceros y unos.

El nuevo espacio aúlico se configuró a partir del mail y de trabajos prácticos en formato pdf, de reuniones de Meet o llamadas por Whatsapp. La mayoría de los elementos referenciales que poseemos en la presencialidad están ausentes y la trasferencia docente queda muchas veces entre paréntesis. Por ejemplo, leer una consigna desde un Pdf presenta el riesgo de no entender suficientemente qué se pide, lo cual se resuelve en un contexto presencial con un tono de voz, con un ejemplo o incluso con algún compañero que lo haya entendido con mayor justeza.

El nuevo espacio configurado por lo virtual posee enormes ventajas frente a lo analógico de la presencialidad, pero en la presencialidad se da un juego fecundo de percepciones y roles que es muy difícil de replicar en la virtualidad.

Este juego está dado por la corporalidad, y como dijimos, entran en juego tanto las personas como los muebles, los colores, los aromas, el tiempo, los recreos, los gestos. Muchos de estos elementos se pierden detrás de una pantalla y con ellos la posibilidad de “tomar la temperatura” del aula.

Quizás convenga hacer un análisis del espacio tradicional para llevar allí las ventajas de la virtualidad y para estudiar la virtualidad con el fin de que incorpore las ventajas insustituibles de la presencialidad. Las preguntas sería entonces ¿cuál es la importancia del aula entendida en sentido amplio? ¿Cómo puede la virtualidad reemplazar o superar esta importancia? ¿Puede?

 

La mediación sin mediaciones

Otro punto para reflexionar tiene que ver con la mediación. Como dice Elena Ianantuoni “En la mediación pedagógica el planteo gira en torno al proceso educativo, es decir al encuentro entre el alumno, el docente y el contenido, en un contexto socio-histórico-cultural concreto.” El encuentro así entendido se da cuando el alumno logra comprender y asimilar un contenido de la mano del maestro. Se da cuando, como alumnos, le sonreímos al profesor porque entendemos lo que dice, lo estamos haciendo propio. Podemos preguntarnos entonces: ¿Cómo se puede experimentar el encuentro en un contexto de pandemia? ¿Hay encuentro en la virtualidad? ¿Cuáles son las condiciones mínimas para que haya encuentro?

En un contexto normal, el encuentro pedagógico puede verse obstaculizado por un lenguaje muy complejo de parte del profesor, un texto muy difícil, falta de interés del alumno, problemas familiares del alumno, etc. Son muchos los obstáculos que pueden presentarse. En el contexto de pandemia, este cúmulo de obstáculos se ha visto reforzado por la virtualidad. Si bien es importante decir que la virtualidad nos ha permitido seguir trabajando y estudiando, también hay que decir que ha entorpecido la mediación docente; ha obstaculizado el encuentro pedagógico entre el alumno, el docente y el contenido, en un contexto específico.

Es decir, la mediación se ha visto mediatizada por la virtualidad. A un texto complejo que se presenta como obstáculo para el encuentro se le suman los obstáculos propios de la virtualidad: la conexión inestable de internet, un teléfono en mal estado, no ver la cara del profesor cuando explica un tema o no poder hacerle preguntas a medida que se estudia un tema, la convivencia familiar, etc. Todos los obstáculos que aporta la virtualidad han mediatizado la propia mediación. Entonces ¿cómo eliminamos estos obstáculos? ¿cómo los minimizamos para favorecer el encuentro entre alumnos y profesores?

 

El impacto familiar

Por último reflexionemos sobre el impacto educativo de las familias en los alumnos. Siempre se insiste sobre la importancia de la familia en el proceso educativo, pero muchas veces no se tiene en cuenta realmente el contexto socio-familiar de los alumnos. En el contexto actual ha sido imposible separar al alumno de su contexto familiar. Algunos alumnos no pueden conectarse puesto que tienen muchos hermanos en edad escolar que necesitan hacerlo y por lo tanto deben turnarse; en otros casos los padres son los que tienen que conectarse para trabajar; en algunos casos algunos alumnos han transitado situaciones de Covid-19 intrafamiliar, incluso con internación. Es decir, la situación familiar atraviesa de tal forma la práctica pedagógica que es imposible soslayarla. En un contexto normal, muchas veces permanecen ocultas para el profesor que para conocerlas debe indagar. Durante la pandemia no pocas historias surgieron solas y se reflejaron directamente en el rendimiento.

La importancia de la familia para el alumno es una idea recurrente pero muchas olvidada en la práctica.

Este es un llamado a buscar una educación más profunda, una educación desde el contexto. También es un llamado a la personalización de la educación, la cual exige el conocimiento del contexto socio-familiar de cada alumno. La educación profunda necesita partir de lo profundo y el contexto familiar es una realidad que determina, desde el núcleo mismo de la persona, al alumno.

Quedan muchas preguntas sin duda y muchos temas para referirse y tratar. Pero dejamos otras preguntas y algunas respuestas para posteriores reflexiones.

En conclusión, podemos dejar estas preguntas planteadas: ¿cómo se configura el nuevo espacio áulico virtual? ¿Qué no puede nunca sustituirse? ¿Puede aportar algo al espacio tradicional? ¿Cómo removemos los obstáculos que ofrece la virtualidad para la mediación? ¿Hay verdadero encuentro pedagógico en la virtualidad? ¿Cómo nos hacemos cargo de una educación más profunda? Necesariamente estas preguntas solicitarán abordar una definición de la educación misma para comenzar desde el principio.

Como lo exige el oficio de la filosofía, hay que comenzar por hacer las preguntas correctas, resta luego emprender la tarea de buscar las respuestas.

 

Juan Pablo Baez

[email protected]

[1] Cuerpo tenido y cuerpo vivido según la diferencia señalada por Merlau -Ponty

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